Julián Mitre
En 1999, se estrenó El Proyecto de la Bruja de Blair, cinta que
trata sobre un grupo de jóvenes cineastas de quienes, tras internarse en un
bosque para hacer un documental, no se sabe más de ellos, excepto por las
grabaciones de sus cámaras, recuperadas tiempo después. La película, apoyada
por una campaña publicitaria que afirmaba que se trataba de un hecho real,
logró impactar al público gracias a la manera en que fue filmada, y que la
clasifica dentro del subgénero cinematográfico conocido como Found Footage, del
que hablaremos en está ocasión.
En los Found Footage (Metraje Encontrado) la
historia se narra a través de grabaciones realizadas por uno o más de los
involucrados, que fueron recopiladas por un tercero. Si bien esta técnica se
puede utilizar en documentales reales, ha sido muy socorrida por el cine de
horror debido a la capacidad de involucrar al espectador en la trama.
El primer Found Footage fue Holocausto Caníbal, de 1980, que cuenta la historia de Harold
Monroe, un antropólogo contratado para dirigir una expedición al amazonas en
busca de cuatro jóvenes cineastas que, dos meses atrás, se internaron en la
selva para filmar un documental acerca de las tribus caníbales que ahí habitan.
Monroe sólo encuentra las cintas grabadas por los documentalistas, y es este
material, grabado cámara en mano y con un aire de documental, el que se muestra
en la pantalla durante la segunda parte del filme.
La cinta fue retirada de los cines a pocos días de haberse estrenado y censurada en más de diez países, debido a la crudeza de sus imágenes. Tras Holocausto Caníbal aparecieron otras cintas que empleaban el recurso del metraje encontrado, pero fue la ya mencionada Bruja de Blair la que llevó el género a un público masivo.
El Proyecto de la Bruja de Blair, utiliza la mayoría de los recursos que definen al género: la grabación temblorosa y los giros vertiginosos de una cámara en mano, la falta de banda sonora, las actuaciones improvisadas, la omisión de créditos y título, y los finales abruptos.
En 2007 además de Diary of the Dead de George Romero, la quinta entrega de la saga de zombies del director, que recurre al metraje encontrado para contar su historia, aparecen dos cintas de gran éxito comercial: la hollywoodense Actividad Paranormal, que sustituiría la cámara no estabilizada, por tomas fijas realizadas dentro de diferentes habitaciones de una casa cuyos dueños la presumen embrujada; y REC, cinta española que es protagonizada por una reportera y su camarógrafo (quien hace todas las tomas del filme) que están documentando cómo es la vida nocturna en una estación de bomberos, sin saber que terminarán encerrados en un edificio lleno de zombis.
La
aceptación por parte del público de estas dos cintas, desencadenó, además de
continuaciones y remakes, un auge por el Found Footage que se mantiene hasta la
fecha y que llegó incluso a México con la cinta Archivo 253 en el 2015, sobre
un grupo de investigadores de lo paranormal que deciden entrar a una clínica
psiquiátrica que se encuentra cerrada y a punto de ser demolida.
También
en 2015 apareció Unfriended (Eliminado) que le da una vuelta al género
al utilizar una sesión de chat online para narrar su historia de venganza y
fantasmas en tiempo real.
Para
algunos, el Found Footage se ha sobreexplotado en la última década, para otros,
continúa siendo un género que, bien tratado, es capaz de generar el ambiente y
las sensaciones que todo buen filme de terror debe tener, y al que aún le
quedan cosas por mostrar.