Julián Mitre
Carlos Enrique Taboada es una de las figuras más
importantes dentro del cine de terror nacional. Inició su carrera como guionista
para programas televisivos en la década de los 50 del siglo pasado, labor en la
que fue muy prolífico y que no dejaría de practicar hasta el final de su vida,
época en la que escribió varios capítulos de la serie de culto La telaraña.
Su primer acercamiento
al cine fue con el guion de la cinta de temática pugilista, Kid Tabaco, en 1954. Cinco años más
tarde con los guiones de los seriales de Chucho
el Roto y Nostradamus. A partir
de entonces Taboada se dedica a realizar una gran cantidad de
filmes que van desde las historias de charros a las de brujas. Con resultados
muy variopintos, algunos rayando en el absurdo y el humor involuntario y otros
adaptando de forma muy decente, lo mejor del cine gótico al folklore mexicano,
entregando títulos por demás interesantes como Orlak, el infierno de Frankestein y El espejo de la bruja.
Taboada se estrena como director en 1964 con La recta final. Pero es en 1968 cuando entrega un filme que lo
elevaría a la categoría de director de culto: Hasta el viento tiene miedo, cinta que cuenta la historia de un
grupo de estudiantes castigadas a pasar las vacaciones en un colegio donde años
atrás una antigua alumna se suicidó en circunstancias un tanto misteriosas.
Ésta es la primera de un grupo de cintas que con
el tiempo se ha llegado a conocer como La tetralogía del terror. La segunda llega el mismo año: El libro de piedra, considerada por
muchos su mejor trabajo, sobre una niña que guarda una extraña relación con la
estatua de un niño sosteniendo un libro.
Los siguientes siete años Taboada continuó dirigiendo
un puñado de cintas de mediana calidad, hasta que en 1975 llega la tercera
entrega de la tetralogía del terror: Más
negro que la noche, un filme minimalista y neogótico que añade algunos
elementos del Giallo (subgénero de origen italiano derivado del terror y el
thriller).
Para entonces, Taboada ya gozaba de cierto prestigio en Estados Unidos y Europa y la película fue comercializada (con el título Blacker Than The Night) en diversos países con una muy buena acogida, a pesar de ello Taboada no vuelve al género del terror hasta casi una década más tarde con Veneno para las hadas, de 1984, su último trabajo en cine.
Veneno para las hadas, bien puede competir con el Libro de Piedra
como la mejor película de Taboada, no solo por el interesante manejo de cámaras
utilizado para crear la atmosfera del filme, si no por mostrar la más perversa
de sus historias, pues juega con el contraste de la inocencia y maleabilidad de
una de las niñas protagonistas, Flavia (interpretada por Elsa María Gutiérrez),
con la inteligencia, maldad nata y sensualidad incipiente de Verónica (Ana
Patricia Rojo), la otra protagonista, además de tener uno de los finales más
impresionantes del cine de terror nacional.
Con Veneno para las
hadas, Taboada se gana el respeto de la crítica al hacerse acreedor de los
Aríeles por mejor director y mejor película. Sin embargo, la mala distribución
en el país hace que queden en el olvido.
Es años después, con su
exhibición en algunos canales de televisión abierta, que la tetralogía obtiene
cierto reconocimiento por parte del público.
Hoy en día es muy probable que la tetralogía del
terror no logre asustar a nadie, pero lo cierto es que no dejan de ser cintas
de ambientes siniestros, con historias cuya mayor fuerza radica en el suspenso
y el terror psicológico, que aluden a la culpa y la maldad inherente en sus
protagonistas, algo que pocas producciones del género son capaces de hacer.