Irene Ruvalcaba
Como
un viento que se desliza entre la cortina y el frío, entre la brisa
y el sonido, entre el puerto y la marea, el tiempo descansa en brazos
de la tierra, en
brazos de
los muertos. Con la palabra llena de huellas hechas por nuestro andar
entre la arena, nos despedimos
del cuerpo,
dejamos correr los ciclos, tejer las causas, fincar sobre el pasado.
Eso es lo que somos:
hilo
continuamente hecho
nudo.
Con
o sin vaivén, Cecilia Vicuña teje su poesía, avanza entre figuras
de vida urbana, entre dunas marinas del saber, incluso bajo el agua
de la invención: “Antes del nacimiento / de las sensaciones // En
la bruma del sentir / había un pie”1
Adentro o afuera, antes del nombre, la caricia, el suave encuentro de
naturaleza con naturaleza.
“La
distancia / lo levantaba // La bruma / como un cuerpo // era el
comienzo / del pie”. Arropados por ese mundo personal, acuático y
mántico, aparecemos, un día, para zurcir nuestro nacimiento. Como
las partes que se tejen en el cuerpo, muñeco de carne y hueso.
Sangre textil y textual, cariño autóctono. Palabras hechas de
madejas ancestrales teñidas con el color de la verdad.
La
poesía es para Cecilia el lugar donde lo no debe hablar, habla.
Reclamo del planeta para expulsarnos, venir al mundo es ser continuo
extranjero. El nombrar no purifica nada, por lo contrario,
desautoriza, consume, repliega. ¿Cómo distinguir cada hilo que se
teje en los confines de la piel y la palabra? ¿Cómo deshilar la
memoria del cuerpo y las imágenes?
Deshilachados
dentro del vientre, recordamos el movimiento de esas manos que tejen
nuestro despertar. Cuando “La planta tocaba el suelo / y el suelo
tocaba el pie” nos espejamos con los otros para despejar dudas
sobre el yo, gran mentiroso. Lucha continua, hacer poesía. El
peligro de conocer lo intermedio. “Así nacía el conocimiento / de
la planta de los pies” Así comienza la vida hacia afuera: “En el
encuentro / de dos grietas / hablándose.” Como si le contáramos
nuestro más grande secreto a la fisura del árbol genealógico.
1
Cecilia Vicuña, Cruz del
Sur, 2020, Lumen, Chile.
*Ilustración
por Ilse Ovalle.