Alejandro García
…antes de que empiecen los pataleos y
los regurgitones por el fin de año, Madigan, debo referirme a Truman Capote
(1924-1984), autor de cuentos venturosos y felices, sin ceder el lugar a la
fortaleza de la convencionalidad o el melodrama fácil. Pienso en “Una navidad” (1982
o 1983), la pieza narrativa más breve de Tres
cuentos (Barcelona 1998, Anagrama). Buddy es un niño que ha quedado a cargo
de una prima mayor, ligeramente tullida, Sook Faulk. Radican en Alabama, a 700
kilómetros de Nueva Orleans. Allí vive una vida retirada, libre de roles
sociales, camina descalzo y viste sin pretensiones de cumplir rol alguno. Sus
padres se han separado. Ninguno se volverá a casar. Ella ha ido a vivir al
noreste, a Nueva York, a buscar una mejor vida, cómoda, con el apoyo de sus
novios. Él vive en Nueva Orleans en una casa amplia y pretenciosa. El padre lo
requiere para Navidad. Sook le encarga que esté al pendiente de la caída de la
nieve en Nueva Orleans y que esté atento a los regalos de Papa Noel. Buddy no
sabe mucho de amor, el lazo natural con Sook, la cercanía con algunos primos es
lo que tiene a la mano. Después sólo está la foto de su bella madre. Con el
padre nada hay que lo identifique. Se estudian desde sus soledades. Las revelaciones
vienen, después del viaje, de parte de la madre, en diversos momentos, uno el
que su nacimiento le destruyó la vida. Otro, el que su padre vive de su relación
con ancianas ricas. Y así él puede interpretar tal en su tiempo lo que vio en la
gran fiesta por la Navidad: su progenitor se orilla con una vieja y se lía con
ella mediante caricias. El crecimiento de Buddy se completa cuando llega a
Nueva Orleans y lo enteran de que nunca ha nevado en la ciudad, con una
temperatura más alta que la de Alabama. Y el asunto de Noel se divide entre su
creencia plena en los dones por recibir y el manejo que él hará cuando descubre
que quien reparte los regalos debajo del árbol es el propio padre. Sólo que no
pone el que él desea: un grandioso avión de juguete. Así que como manifestación
del amor paterno, le pide ese obsequio, ya que los otros han sido otorgados por
Papa Noel. Cuando regresa a Alabama con su fabuloso juguete, al preguntar a
Sook por su versión de papá Noel, ella contesta que éste necesita de la ayuda
de muchos hombres, gracias a eso es posible que complete su labor, pero su
capacidad de obsequiar y hacer felices a los niños no está en duda. Buddy
conocerá las ventajas y limitaciones de cada uno de sus padres, conocerá las
versiones de ella, siempre separados, él en alguna institución de resguardo. El
mundo de Alabama aparecerá como base de sustento de una sensibilidad que en la
naturalidad encuentra un medio para soportar lo que venga…