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Poesía

Dos poemas de Kirill Medvedev

Traducción: Miguel Díaz

Kirill Medvedev (Кирилл Феликсович Медведев; Moscú, 1975) es un poeta, músico y activista ruso, tomó notoriedad cuando renunció públicamente a los derechos de toda su obra en 2004, como una forma de rechazo al sistema de publicaciones reguladas por el estado ruso. Sus primeros libros fueron rechazados por la crítica de su país por ser textos autobiográficos en verso libre, acusándolo de no hacer poesía. En el 2007 funda la editorial Free Marxist Press, donde publica obras de Ernest Mandel, Pier Paolo Pasolini, Herbert Marcuse, Terry Eagleton, y otros autores rusos. Es parte de una banda de riot-folk llamada Arkadiy Kots Band, por el poeta socialista del mismo nombre. Vive en Moscú, donde cuida a sus hijos, trabaja como repartidor y editor freelancer.

Europa

Voy en el autobús

con un grupo de deportistas

desde algún pueblo provincial

ellos van a una competición en Milán;

nuestro autobús se ha detenido en la frontera,

y esperamos atravesar las aduanas.

¿a qué país vamos entrando? alguien me pregunta;

Polonia, respondo.

entonces es qué, ¿la UE?, pregunta.

no, digo. Polonia no pertenece aún a la UE.

¿qué otros países vamos a pasar?

Alemania, digo, Austria

el sujeto asiente

Portugal, miento; él asiente otra vez;

podría haber dicho Grecia, Siria o Irlanda—él hubiera

asentido.

así es mi poderoso deportista:

nuestro autobús viaja hasta Islandia,

veremos ovejas, ciervos,

bueyes almizcleros;

veremos camellos;

veremos los primeros hielos—

montañas aún no sólidas,

aún no formadas

(les llaman “incristalizadas”)

pero muy reales, los primero hielos;

veremos los Alpes—estarán

a ambos lados de nosotros—

lugares agradables para refrescarse;

veremos las ruinas de Tebas, y los restos

de la increíble Alejandría—

pero no miraremos nada de eso;

en cambio veremos películas

en nuestros dispositivos;

hemos estado viendo pelis todo el camino desde Moscú,

uno era un film estadounidense donde poco a poco dejaba claro

que usar champú Head and Shoulders era la única forma de

salvarse de una invasión alienígena

(y al final, resultó que la peli era realmente un épico comercial de champús),

y justo ahora vemos una vieja película Soviética

de la Segunda Guerra Mundial,

la acción empieza en algún lugar cerca de aquí—

Esta es la base, over, over, procedan, esta es la base, over, dice la oficial de comunicación,

ella es una oficial joven y guapa,

pero nadie responde, porque están muertos (se han ido),

han sido asesinados,

no sin antes haber comunicado el movimiento de las tropas Nazis,

y haber impedido el ataque

desde el noroeste,

lloro cuando dice: “Esta es la base, over, over, procedan, esta es la base,”

he de haber bebido mucho en el camino de Moscú a Minsk,

pero hubiera llorado de cualquier forma sin haber bebido

nada entre Moscú y Minsk;

recordé entonces al poeta Lvovsky, que dijo haber llorado cuando vio Amélie,

¿por qué la gente ama tanto a

Amélie?,

¿es porque están hambrientos

de algo mágico ordinario?

es algo tonto explicar que a la gente

le gusta solo por hambre de magia

pero no hay tiempo, y no hay ocasión,

para explicar por qué en verdad les gusta;

hay una palabra nueva, muy estúpida y popular: positividad

(es una palabra idiota, y muy popular);

a los políticos les encanta usarla, y a las personalidades de la tv,

la oyes al lavaplatos del restaurante usarla, al policía,

sin embargo oirás seguido usar la palabra opuesta,

ellos dirán, “Negatividad, hay mucha negatividad últimamente,”

queriendo decir que no hay suficiente positividad,

y positividad es lo que realmente necesitan.

Yo también necesito positividad, porque eso, me parece,

es algo como la bondad,

porque si yo llorara con Amélie, lloraría por

la bondad,

si esta existe,

y solo existe en algunas formas

que son imposibles para mí alcanzar,

pues son sospechosas, frívolas, incómodas,

inalcanzables,

la bondad existe si existe

en alguna nueva forma estropeada,

en lugares horribles,

en infiernos congelantes,

en errantes, oníricos, inestables

lugares,

existe, y si existe,

en enfermos idiotas,

parias infestados,

ideas tontas,

en los molestos hijos de alguien,

gente ciega e invisible—

en la forma de niños pequeños

con orejas grandes,

fardos,

inalcanzable, imposible, pero absolutamente

particular,

visible, pero de formas

ultra refinadas

(y quizá esto exactamente era por lo que Lvovsky lloraba—

y si esto es por lo que yo lloraba,

no estaría llorando por eso

por vez primera)

y así estas formas

que no tienen nada que ver con mi vida diaria,

que no tienen nada que ver con formas decorativas,

que no tienen nada que ver lo uno con lo otro,

o con la inexistente música retro

que suena al fondo mientras Amélie

realiza sus buenas obras en París

(que tampoco, incidentalmente, existen—

aunque si la gente ha visto la peli,

y no solo gente individual sino parejas,

y no solo una vez sino dos o tres o cuatro veces)—

un Nazi ebrio es capturado por el ejercito, y él sigue diciendo algo, implorandoles

que no lo maten, porque, según dice, él no es Nazi, al menos

no un miembro de la SS, él es un comunista, un obrero de Leipzig,

dice;

la nieve ha dejado de caer;

un Nazi es un Nazi

si uno de mis hombres fue herido durante una misión de reconocimiento

y no creo que lo lleve de vuelta,

aunque no lo sé;

¿Cuánto tiempo más estaremos parados aquí?

Torturado por la Dialéctica

Torturado por la dialéctica

entre el activismo y el deseo,

dejar el campo y, vagabundeando en las calles

eventualmente terminar en un patio con un mini zoológico

(palomas, un pabellón, mapaches)

y entonces bajo un enorme árbol

sobre el cual se observa una sola ventana iluminada,

y entonces un campo de fútbol

apretado entre dos edificios.

“¿Dónde deberías hacerlo?”, preguntó Anna.

“¿En el centro de un campo, entre las puertas,

o quizá, sobre el flanco izquierdo?”

Al poco tiempo muy de mañana olía

a flores eclosionando, tarta de hierbas,

y a todo el resto

que nos arrastró más lejos,

a los callejones, arcos, patios donde todos dijeron amarse unos a otros,

pero no se los permitieron porque

las cámaras estaban donde quiera, vallas,

candados, códigos,

y de pronto se volvió claro

que el campo de fútbol había sido

un lugar perfecto para amar, como cualquier otro

espacios que se borran en esta ciudad

los patios abiertos y los yermos

que resultan tan atractivos porque todos esos

lugares aislados

fueron hace mucho bloqueados, luego vigilados

al rededor con cámaras,

examinados por miradas

de los dueños, o de los guardias,

que disparan desde de cualquier esquina,

es solo en los espacios abiertos

donde estás seguro—

tendrás diez segundos

para poder pensar en defenderte

o prepararte para la muerte

si las fuerzas son iguales.

Regresando al campo,

encontramos que ha sido destruido,

unos pocos, aquellos que resistieron a la mayoría, asesinados

algunas de sus cabezas habían sido cortadas

como coles sobre una cama del infierno

las cabezas de nuestros camaradas

tiradas ahí observándonos.

Demonios en trajes negros

caminando alrededor de ellos.

Estos no experimentaban una sola contradicción entre lo personal y lo político.

NOTA: Los textos han sido traducidos al español desde el inglés. Europe: https://www.thewhitereview.org/poetry/europe/

Tortured by Dialectics: Tomado de la página de Facebook de Medvedev en Agosto 2012.

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