Por JORGE HUMBERTO CHÁVEZ
Para Rosy Zamora
Frío como un metal ahí estabas tirado esperándome en esa breve cápsula de ti encerrado en el coágulo del burdo nacimiento hecho sólo de puro desamparo abismado a una nada incontable como diciendo quién vendrá por mí quién puede abrir mis ojos
Era una mañana de verano y yo buscaba salvar de ti lo que restaba un inmedible amor para seguir en sus latidos para hacer de la suma de toda negación la posibilidad de seguir en la vida persistiendo al menos algún instante más y más vida en el tiempo adverso
No hubo dioses aptos en el panteón del mundo para avisarme y darme una admonición que me salvara de encontrarte ahí como una cicatriz o una herida o cáscara de los tiempos o costra de circunstancias o equívoca unción a un palmo de la muerte
En la inmensa avenida detrás de nuestra casa el mundo estaba vivo e insignificados seres pululaban en la vida hormigas hombres autos urgidos de moverse buscando anexarse partículas de todo girando como discos de acreción haciéndose más amplios
Todos menos tú yaciendo frío sobre lo frío sin aire junto a ti sin un rayo de sol sin estrella en la cuenta de los astros hecho nada más de inútiles esperas en un presente inmóvil para siempre muy negado al futuro volteado contra cerámicas infértiles
Así fue y ese día cesó y vinieron más fechas y logré preservar de ti un poco de ti y también continué creciendo como todos absorbiendo la vida anexándome vida haciéndome más grande tornándome más fuerte porque eso es vivir
Te hubiera regalado una oportunidad de ser como un pez o un pájaro en mundos de agua y aire para que edificaras tu historia para que corrieras la trama de vivir como todos nosotros ahítos de humanidad cansados de existir indignamente
Pero no
pero no