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Columna

Poesía entre lilas // Dolores Castro Varela: Bellis perennis

Irene Ruvalcaba

Quitar la transparencia a las cosas es revelar su sueño de luz, amortiguar la caída con vientos quebrados y aguas tornasoles. En la memoria algo se guarda o algo se va. Ocupa su lugar bajo esta luz que se refracta. Reserva su espacio revuelto como carcomas de arena que se enamoran entre olas, cuando se agita el mar.

La llamada es clara: “Abre la puerta / para que pase el huracán.1” Abre la puerta para que pase, repite Dolores Castro Varela, diecisiete años después, cuando la poeta vuelve al poema para renacer en compuerta de ciclos vitales y mortales. Abre la puerta para que pase el huracán y lo que con él se lleva, un arrastrar las cosas que se apropian de un mejor sitio, cuando la calma apremia.

Dolores Castro Varela se envuelve entre caleras, suavidad que quema y que libera. La poeta preparará un sitio de viento alegre para vivir, cuando: “Sólo queda la niebla / o el recuerdo de la niebla”. Eso que se moja en la palabra ha de secarse en el silencio: “el estruendo pasó y cada cosa vuelve / a su lugar.” Aunque parezca arbitraria, la naturaleza sabe acomodarse en el poema, forma sabia de vivir y de morir.

Las cosas son trasfiguradas por la palabra seseante. De lo que se repite, algo cae en el olvido, se recrea como fósforo que cede su luz al tiempo en que se agota. “El arrastrar del viento / no ha dejado más huella / que el sabor a sal.” Lágrima seca en la mejilla, surco dibujado con tiza blanquísima que marca y purifica. Por eso son hipnóticas las palabras que canta el mar agitado, porque nos llaman por nuestros nombres más originales, como si nos susurraran un secreto mágico que se revela en el sonido de sus olas suaves.

Leer a Dolores Castro Varela es pensar en esos días de mareo y vértigo, pesados y angostos, desde su reverso, desde lo liviano del alivio. Ayudar al alma a complementar la ausencia: “Todo vuelve a su curso, avanza la noche.” Moradas ventosas de lugares inhóspitos. Tanto silencio y, sin embargo, una vocecita se alcanza a oír como si nuestras puertas interiores dejaran pasar al huracán. Al fin de cuentas nada se repite en vano y “la madrugada será puntual.”

1 Dolores Castro Varela, Viento Quebrado. Poesía reunida, 2010, México.

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