Por: Montserrat Morales
Bajaré de la luna en tirolina
Santi Balmes
Planeta (2021)
Santi Balmes, o el rey del oxímoron y otras figuras retóricas, como me gusta pensar en él, es el autor del libro que se reseña en este espacio. A pesar de que lleva años al frente de una banda ya mítica originaria de Barcelona, el vocalista y principal compositor de las canciones de Love of Lesbian es también autor de varios títulos literarios, entre ellos, Bajaré de la luna en tirolina. Quien tiene a sus fans acostumbrados a letras como “Y por razón de fe condenaron mis hogueras / A morir mojadas vivas / Y aún gritaban más madera”[1], publicó hace casi dos años este libro fresco, divertido y conmovedor, sobre todo.
El protagonista es Deibid Weirdo, un preadolescente cuyo hermano mayor repentinamente le ha aplicado la ley del hielo, y sus padres han decido separarse y endilgarle la responsabilidad de decidir con cuál de los dos se irá a vivir. Deibid podría ser cualquier chico o chica entrando en una de las etapas más confusas de la vida. Afortunadamente cuenta con amigos que lo saben todo, menos cómo no sentirse incómodos, Alexa, cuya identidad de género trae dolores de cabeza a más de uno, y otros pintorescos personajes con conflictos genuinos de las juventudes actuales, lo cual hace al relato todavía más conmovedor, porque el autor, ya algo lejos de estas edades, es capaz de generar niveles grandísimos de empatía.
Contextualizada en la mismísima pandemia de la cual apenas salimos, la novela narra unos meses de la vida de Deibid Weirdo, su hermano Dano, sus padres, un par de amigos de esos a los que se les dedican canciones de tu banda favorita, y otros personajes peculiares.El libro está datado en el año cero Después de la Patinadora, hito romántico que marcará la vida de Deibid, y que lo llevará a proclamarse un selenita total que necesita constantes llamadas de vuelta a la Tierra.
Cada capítulo comienza dando al espectador los datos técnicos de los planos en los cuales estaría rodada la película de su vida: plano general, primer plano, la cámara avanza junto con el protagonista que se mantiene en silencio. También proporciona al lector la canción que acompaña cada capítulo haciendo alusión al mensaje de dicha obra musical, creando contexto. Así, en la lectura nos acompañan desde unos totalmente sobrevalorados Beatles, pasando por The Smiths, Pink Floyd y David Bowie, entre muchos otros.
La trama se desarrolla entre despachos de abogados, el colegio con sus respectivos abusadores con el IQ de un neandertal, las siempre presentes chicas fresas que para sentirse bien tienen que hacer sentir mal a los demás, y las respectivas casas de papá y mamá que ahora viven separados. Las vidas de todos se han visto afectadas de mil formas por la maldita pandemia que trunca los sueños de todos, les quita el empleo a otros, o simplemente no deja vivir en paz una época vital que se supondría debería ser de total gozo.
Deibid es un chico que está consciente de que su generación se está yendo al traste al intentar vivir a través de las pantallas de los celulares donde nada es real, donde un me gusta no es auténtico, sino que es una petición implícita para que a los demás les gustes también. Ante un escenario apocalíptico, se cuestiona quién merecía la pena sobrevivir; definitivamente no los influencers. Será él, el hijo menor, el que tenga que caminar por senderos escabrosos, reconocer (que no descubrir) verdades que duelen, pero que no se pueden evitar, y ayudará a abrirle los ojos a quienes menos esperanza tienen en él.
Nuestro protagonista podría ser cualquier niño entrando a la pubertad o cualquiera de nosotros con preguntas que parecen simples, pero que van más allá porque la existencia sigue siendo incomprensible en muchos niveles. ¿Por qué la gente es cruel? ¿Por qué las personas a las que quiero hacen cosas que no comprendo? ¿Por qué los sueños, vistos a distancia, toman un aspecto de tontería y la realidad es más bonita de lo que creemos? Con personajes totalmente sacados de contexto, como el señor Spock o el mismísimo Jesucristo que se aparece en los momentos menos indicados solo para demostrar que es realmente poderoso y que las vidas de los humanos parecen no tener sentido porque todo es una ironía de proporciones bíblicas, Deibid podrá tener claridad sobre algunas cosas que requieren solución.
Es esperanzador que los adultos del libro representan a los padres, abuelos y tíos que todos necesitamos (en el pasado y en el presente), que ante el panorama amplio de expresiones de género y diversidad sexual son los que le dicen a Deibid y a su hermano Dano “que puedes ser lo que quieras, incluso cambiar por épocas. La vida es muy larga y tenemos la obligación de ser felices”. Ojalá las generaciones que hoy son los nuevos padres y madres tengan una visión algo parecida a esta.
Los clichés en los roles de familia y las maternidades mal encausadas también están presentes. Se muestra la valentía de un padre para aceptar ante sus hijos la total ineptitud para cumplir con su rol de familia y lo que esto deriva (que alguien me diga que es mentira) en que las madres terminan asumiendo tareas de madre, padre, maestra, cómplice, amiga, etc., y terminan también cuidado de un hijo más: aquel hombre con el que se casaron y pensaron que se haría cargo.
Hay mucha honestidad en el libro, que plantea a los lectores verdades que quizá pocos podrían atreverse a aceptar, verbalizar y corregir, como cuando Patrick Weirdo (padre de Deibid y Dano) les plantea haber sentido que no eran una familia, sino un cuarteto de gente que cada día comía en conjunto, pero nada más.Es una obra, con ironía, irreverencia, humor, bofetadas de realidad y problemas actuales que Santi matiza con humor y poesía.
Bajaré de la luna en tirolina es una novela que
recomendaría especialmente a adolescentes, quienes podrían sentirse
identificados con cualquiera de los personajes jóvenes, y también lo sugeriría
a los padres, tanto de las viejas como de las nuevas generaciones, para que
tengan una visión más holística de los problemas que enfrentan sus hijos y los
que enfrentan ellos mismos. El libro aborda tópicos que en la literatura que yo
adquiría a una edad mucho más joven ni siquiera se planteaban: clubes de
swingers, los padres masturbándose frente al televisor, amigos trans, la
necesidad de ir al psicólogo, etc. Es una guía genial para abrir la mente, los
ojos y el corazón.
[1] “Planeador”, del disco El poeta Halley de Love ofLesbian, 2016.
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