De DIANA DEL ÁNGEL
Reseña por FRANCISCO VELÁZQUEZ
Este año se conmemora el noveno aniversario de la desaparición forzada de los 43 estudiantes de Ayotzinapa y de la muerte de Julio César Mondragón, joven normalista desollado el 26 de septiembre de 2014. Después de que este deplorable caso fue del conocimiento público, las autoridades del país en materia de procuración de justicia construyeron la llamada “verdad histórica”, es decir, la versión del Estado sobre lo que ocurrió en Ayotzinapa. Sin embargo, hoy sabemos que esa “verdad histórica” fue construida por medio de la fabricación de pruebas y la manipulación de la escena del crimen.
Desde ese lugar me interesa leer Procesos de la noche(Almadía, 2017), de Diana del Ángel, una crónica sobre el caso de Ayotzinapa y del normalista Julio César Mondragón. Durante más de dos años, Diana del Ángel acompañó a la familia Mondragón y a la abogada Sayuri Herrera en un largo proceso judicial para solicitar la exhumación del cuerpo del estudiante. Ese periplo tenía como finalidad solicitaruna nueva necropsia para determinar la causa verdadera de la muerte de Julio, pues el gobierno federal había asegurado que el desollamiento había ocurrido post mortemdebido a la “fauna nociva” que se encontraba en el lugar donde fue hallado su cadáver.
Para empezar quisiera rescatar las palabras de Elena Poniatowska que aparecen en el prólogo: “El paisaje de fondo de estas páginas que jamás debieron escribirse nos golpea, porque en un país “normal” esta ensayista estaría dedica al estudio de la poesía de César Vallejo, Jaime Sabines y Carlos Pellicer, o a la poesía y la prosa de Rosario Castellanos, de Juan Rufo, José Revueltas o Juan Villoro o José Emilio Pacheco, o a las crónicas de Monsiváis o Fabrizio Mejía Madrid, en lugar de descender al abismo para documentar nada menos que un desollamiento, que en cualquier país del mundo –si es que se practica- es sinónimo de locura, de barbarie, de salvajismo y de monstruosidad”.
Considero que lo dicho por Poniatowskamuestra el lugar desde el cual la autora mexicana se enuncia y posiciona: Diana del Ángel no está anclada en una tradición literaria que rinda tributo a ciertas figuras del canon literario; en su reseña sepuede distinguir que ella se presenta como “poeta, ensayista y defensora de los derechos humanos”. Pienso que por esta razón la narradora inicia hablando en primera persona del singular, pero luego cambia ala primera persona del plural, que es la que predomina en toda la obra. Conforme la historia va avanzando, ese nosotros que incluye a la narradora, a la familia de Julio César, y a la abogada Sayuri Herrera, incluye también al colectivo El Rostro de Julio.Al incorporar un nosotros e identificarse con el colectivo, la narradora habla desde el activismo y la defensoría de derechos humanos, más que desde una tradición literaria, aunque en uno de los apartados aparezca un epígrafe de Pablo Neruda. En ese sentido, si se quisiera buscar una tradición en la cual pueda estar insertada la autora, considero que ésta puede estar más cercana a Rodolfo Walsh en Operación Masacre. Me gustaría rescatar lo que Ricardo Piglia dice respecto a Walsh para profundizar mi comentario, porque considero que esa lectura podría utilizarse en el caso de Procesos de la noche.
Piglia dice que en Operación MasacreWalsh hay un narrador-intelectual que enfrenta al Estado y hace ver que el Estado está construyendo un relato falso de los hechos. Para construir esa contrarrealidad, el narrador-intelectual registra y sale a buscar la verdad en otras versiones y en otras voces pues su intención es descubrir el secreto que el Estado manipula. Piglia sostiene que la relación entre literatura y Estado es una relación entre dos tipos de narraciones. Es decir, mientras el Estado narra y construye ficciones y con ello manipula ciertas historias, la literatura construye relatos alternativos en tensión con ese relato que el Estado construye. Piglia llama a esto ficción del Estado. En ese sentido, considero que esa ficción del Estado podría utilizarse en el caso de la “verdad histórica” en el caso de Ayotzinapa.
Procesos de la nochees un libro conformado por 22 breves testimonios titulados “Rostros”, y por 22 crónicas que narran los obstáculos y dificultades que la familia Mondragón y la abogada Sayuri Herrera tuvieron que enfrentar para solicitar la exhumación del cuerpo de Julio; primero aparece una crónica y luego un testimonio. Por un lado, la intención de los testimonios es reconstruir el rostro de Julio, pues cuando desollaron su rostro el estudiante perdió su identidad. Al igual que el narrador-intelectual de Operación Masacre, la narradora de Procesos de la nocherecoge las voces de amigos y familiares de Julio para reconstruir el rostro e identidad del estudiante. Para evidenciar su carácter testimonial, estos fragmentos son presentados en cursiva y en primera persona. Estos testimoniosconstituyen una contrarrealidad ya que su intención es cambiar la narrativa que elEstado construyó al respecto. De esta forma, los testimonios dan a Julio “el rostro de hijo, amigo, esposo y padre que le fue arrancada por la barbarie”, en vez delrelato que el Estado construyó y que fue replicado por los medios de comunicación.
Por otro lado, las otras crónicas sobre el periplo judicial tienen como finalidad desmontar esa narrativa que el Estado construyó cuando argumentóque el desollamiento de Julio había ocurrido post mortem debido a la “fauna nociva”, y cuando argumentó que los agentes de la policía de Iguala entregaron a miembros del cártel de drogas Guerreros Unidos a los estudiantes, quienes fueron ultimados e incinerados en el cercano basurero de Cocula pero, en realidad, en ningún momento los estudiantes estuvieron juntos. Al igual que en Operación Masacre, la narradora de Procesos de la nochehace una investigación documental y de archivo para seguir de cerca el proceso jurídico que la viuda del estudiante, la familia Mondragón, la aboga Sayuri Herrera y el colectivo El Rostro de Julio emprendieron para exhumar el cuerpo del normalista y realizar una segunda necropsia.
Esa nueva necropsia fue realizada por los peritos del Equipo Argentino de Antropología Forense, por los de la PGR, y contó con la observación de la CNDH.En ese sentido, en el libro la narradora dice que “el punto más problemático es el desollamiento: la PGR afirma que hubo acción de objeto cortante; EAAF sospecha que pudo intervenir un objeto cortante; la CNDH atribuye el despellejamiento a fauna del lugar que actuó como depredadora luego de que Julio fuera dejado en el Camino del Andariego. A pesar de esa diferencia, los observadores coindicen en que Julio César Mondragón Fontes fue objeto de tortura por más de un victimario, entre las 00:45 horas y las 2:45 horas del 27 de septiembre de 2014; asimismo señalan las deficiencias y contradicciones de los exámenes necrológicos realizados por la Fiscalía de Guerrero en 2014, lo cual hizo necesaria la segunda necropsia”. Sin embargo, al final del libro la narradora lamenta que la investigación previa por tortura que abrió la PGR se mantenga separada del grueso de la investigación ya que la PGR no radicó este proceso en su Oficina de Investigación para el caso Iguala.
Pienso que esta visión de la justicia que describe la narradora también se puede comparar con la visión de justicia del propio Walsh en Operación Masacre. Walsh publicó ese libro en 1957, pero lo siguió reescribiendo hasta 1973. Conforme pasaron los años, él comenzó a perder la fe ya que desde la publicación del libro habían pasado cinco gobiernos sin que se hiciera justicia. En el prólogo y epílogo que aparecen en las últimas ediciones, Walsh considera que es inútil pedir justicia ya que el sistema se solidariza con los asesinos. Asimismo, considero que a lo largo Procesos de la noche hay otros pasajes que reflejan la intención de la narradora por desmantelar esa ficción de Estado que se construyó alrededor del caso Ayotzinapa, como el fragmento dedicado al interrogatorio a Mario Taboada, una de las tres personas responsables.
Me da la impresión deque en ese fragmentoa la narradora le interesaponer en duda si esa persona realmente estuvo involucraday averiguar si se trata de un montaje o no. De esta forma, la narradora consigna que la colonia donde Taboada fue detenido, Antonio López de León, no aparece registrada en la división territorial del municipio de Iguala. Hay otros comentarios de la narradora en ese sentido, como cuando menciona la forma en quelos agentes federales recordaron el apodo de Taboada, las diferencias que hay en la hora en que presuntamente lo detuvieron, y como cuando el detenido dice: “quiero que quede claro que el que desolló al muchacho no fui yo, sí estuve ahí, pero quiero que se esclarezca”.
La
desaparición forzada de los 43 estudiantes no es sólo un acto de violencia
contra las personas, sino también contra la verdad y la evidencia. Incluye el
ocultamiento de personas, la privación de la libertad y de la vida, la
destrucción física de los cuerpos y de información, así como la fabricación de
falsas narrativas.[1]Procesos de la noche, de Diana del Ángel, es un libro que abre las
puertas para revisar este deplorable suceso en la historia reciente de México.
[1]Fragmento tomado del texto de sala de “Ayotzinapa. Una cartografía de la violencia”, una exposición del Centro Cultural Universitario Tlatelolco donde el Equipo Argentino de Antropología Forense (EEAF), en colaboración con el Centro de los Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez (ProDH), comisionaron a la agencia de investigación Forensic Architecture para mapear las diferentes narrativas de este acontecimiento.
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